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martes, 30 de septiembre de 2008

The Sergeant York (El sargento York). Crítica de Cine

Historia Real Acaecida en la Primera Gran Guerra...



El verdadero Alvin York


Alvin York (arriba), más conocido por Sargento York, fue un soldado estadounidense, que destacó en la Pimera Guerra Mundial, siendo el más condecorado de la contienda, por la hazaña de conquistar el solo, un puesto de ametralladoras alemán, matando a veinte soldados y haciendo prisioneros, al menos, a 132 de ellos.
Teniendo en cuenta que la película data de 1941, la Warner, pretendió con este film, enardecer al pueblo americano, ante la inminente entrada de E.E.U.U. en la Segunda Gran Guerra, como así sucedió (recuérdese que el ataque a Pearl Harbor, fue el 7 de diciembre de 1941), por lo que decidió llevar a la gran pantalla a uno de sus héroes. 

Howard Hawks
Difícil papeleta le encargaron a Howard Hawks (foto derecha), ya que el protagonista de la historia, afortunadamente, vivía todavía, y obviamente, había que contar con él, para presentar los hechos, lo más verosímiles posible, y no partir de datos erróneos, que posteriormente dieran al traste con todo el montaje. Para ello, se contó con él, hasta el extremo de que fue el verdadero Alvin, el que escogió a su doble en pantalla: Gary Cooper (foto abajo). Este, era reticente a interpretar un personaje vivo, y Alvin, tuvo que intervenir para convencerlo de aceptar dicho protagonismo.

  • Los detalles aportados por el legendario York, la maestría en la dirección de Hawks y la dignidad profesional de un ya mito de Hollywood, Cooper, concibieron una película, que se ve y se lee, que crece lentamente, como la vida misma, se toma los respiros que necesita el personaje y ofrece una visión distinta (en el plano fílmico) de lo que fue una ofensiva militar en los campos atrincherados franceses, cuestión esta, que aprovecharon después muchos cineastas, a la hora de planificar sus películas sobre la segunda guerra mundial.

Escena de la película "Sargento York"
Alvin York, experimentó un cambio radical en su vida: salió del medio rural, se incorporó a una unidad militar, en contra de sus creencias cristianas que le hicieron pedir la objeción de conciencia, que le fue denegada, luchó por su patria y para proteger a sus compañeros, se convirtió en héroe de la contienda y de su país, entró con gloria, a su vuelta, en la gran urbe y en los ambientes más distinguidos, y volvió casi sin hacer ruido a su pueblo, donde su vida era feliz. 
Realmente, York, consiguió en vida, lo que muchos de nosotros, sólo conseguimos en sueños, y a su vuelta pudo casarse, y ser un miembro respetado por todos sus vecinos.

Todo esto, queda reflejado en la película, que con el tiempo se ha convertido en un mito, y tema de discusión, pues su pretendido propagandismo de época, hoy no es aceptado como tal, escogiéndose más bien, el tono reflexivo del protagonista, en el sentido de que sus pensamientos y creencias, forjadas en férreas y jerárquicas estructuras, pueden en la actualidad, parecer caducos, y hacer imperar una moral más homogénea, liberal e individual, que justifique que esta historia, sea tenida en el presente, como una historia antibelicista.


Walter Brennan, ayuda espiritualmente a Alvyn York. 


Afiche de "Solo ante el Peligro".
He comentado anteriormente, el poco afán de Cooper, por protagonizar este film, aunque y por las razones apuntadas, finalmente aceptó. Y aceptó, sin restricciones, para dar lo mejor de si, para bordar el papel, llevando el peso de la producción y saliendo airoso hasta tal punto que le valió su primer Oscar (el segundo lo ganó por «Solo ante el pelígro» 1952).
La película, de una factura impecable, se ve con agrado, con un crescendo casi imperceptible, que nos va transportando a través de la vida de Alvin y sus vivencias más recordadas. Mencionar también, el papel de Walter Brennan, caracterizado como cura y consejero de York (foto arriba).


  • En definitiva, se trata de una historia para disfrutar en el entorno familiar, que contempla en parte el viejo dilema entre el bien y el mal, visto desde la óptica personal, y el claro convencimiento del protagonista por sus ideales.




© francisco javier costa lópez


Calificación:

domingo, 1 de junio de 2008

To kill a mockingbird (Matar a un ruiseñor). Crítica de Cine

Harper Lee y su Magnífico Ruiseñor...



Harper Lee, autora de esta elocuente novela.





Si nos situamos en el pequeño pueblo de Monroeville, ubicado en el Estado Norteamericano de Alabama, hacia la mitad de siglo pasado, justo en el momento en que un negro, es acusado de violación, por una mujer blanca, nos habremos posicionado en un temible ojo de huracán. Con este «leif motiv», la escritora Harper Lee (1926), nacida en la localidad, donde ella misma sitúa los hechos (Monroeville), construye en 1960, una historia conocida por «Matar un ruiseñor», única obra como escritora, que le valió en 1961, el Premio Pulitzer. Lee, abogada e hija de abogado, escribió esta novela, alejada de los tumultos de un sur, que vivía densos años, entre grandes revueltas blancas, reivindicaciones negras, magnicidios, como el de Martin Luther King, y la abolición de la segregación legal, y lo hizo en Nueva York, donde residió bastante tiempo. Esta novela, se acerca en varios aspectos, a parte de la biografía de la propia autora: el personaje central Aticus Finch, es abogado, y su apellido, era el apellido de soltera de su abuela; la niña (hija de Aticus, fotografía pequeña) tiene rasgos de su infancia, y un amigo de ella en la película, está sacado de las largas conversaciones que mantuvo con su amigo Truman Capote, que a su vez, le leía cuentos.

Sólo un año más tarde de la obtención del Pulitzer, Robert Mulligan, decide llevar la novela a la gran pantalla, un corto espacio de tiempo (2 años entre publicación y estreno del film), que demuestra el gran interés por estos temas, de una sociedad cambiante, es más, de una sociedad que quería olvidar un pasado vergonzoso, para empezar a saldar viejas y dolorosas deudas.



Gregory Peck, nos ofrece una magnifica actuación
del abogado Aticus Finch.

  • Mulligan, escogió para su película a un actor, polivalente, de gran porte y elegancia tanto personal como artística e interpretativa: Gregory Peck, que no falló a las expectativas del director, ofreciendo una de sus mejores interpretaciones (quizás la mejor), recompensada por el Oscar al mejor actor, aparte de otros dos a la dirección artística y al mejor guión adaptado.


Robert Duvall, debutó en la gran pantalla, con un pequeño
pero importante papel dramático en esta película, que lo lanzó
al estrellato.
La película, fue un rotundo éxito, como lo fue la novela, a la cual sigue casi testimonialmente, y supuso el debut cinematográfico de un gran actor a la postre: Robert Duvall, que interpreta un pequeño, importante y difícil papel, en la trama. Mulligan, y todo el elenco de actores, destacando los magníficos niños en sus interpretaciones, se lucen, en una película, que siendo un drama, se nos da como un expectorante, un bálsamo suave y reconfortante, eso sí, con fuertes momentos, como les ocurre a los enfermos de tos. La historia, discurre tranquila, como si no hubiera prisa por contarla, deteniéndose en pequeños detalles, que lejos de aburrir, colaboran a sospechar, que la calma, no es calma, y que la gente vive demasiado ociosa (a veces), lo que presupone aburrimiento, nerviosismo y una clara motivación a apuntarse a aventuras (por llamarlo de alguna forma elegante) más peligrosas.


  • En definitiva, si usted gusta de un cine de calidad, donde se sumerja con credibilidad en una atractiva historia, donde le aguardan grandes momentos, y donde el desenlace, le dejará sumido en la reflexión, no se pierda esta interesantísima «Matar un ruiseñor», obra maestra del séptimo arte.


© francisco javier costa lópez

Calificación:

domingo, 27 de abril de 2008

The Fountainhead (El manantial). 1949. Crítica de Cine

La Arquitectura y el Arte, por Convicción...



Gary Cooper, a la puerta del estudio del arquitecto Howard Roark, al que da vida en esta película.


Hablar de "El manantial", es hablar de la novela homónima de 1943, que fue un best-seller, de la escritora y filósofa Ayn Rand. Atendiendo a su título, no parece muy afortunada la transcripción como «El manantial», aunque su traducción literal «La fuente de la cabeza», se las trae también. Quizás «El pensamiento individual», o algo similar, fuera más acertado, aunque parece que el título está sacado de una de las frases de la obra. En definitiva, se trata de una película, que es un estudio sobre la mente creadora y sobre todo de la amistad; sin embargo, la novela aborda otros campos más adentrados en el terreno psicológico, que la cinta toca muy superficialmente. El hecho de que el argumento fuera revisado estrictamente por la autora, no se sabe con certeza, si colaboró en el resultado final, o si por el contrario, su ausencia, hubiera permitido alguna que otra liberalidad, que hubiera limado un poco, el hermetismo de determinadas escenas. Aún así, se trata de un film elogiable en muchos de sus aspectos, con una historia compleja a la hora de presentarla en imágenes, donde los personajes cargan con la mayor parte del peso escénico, saliendo airosos con suficiencia.

La historia trata sobre los logros de un arquitecto (Howard Roark, interpretado magistralmente, como siempre por Gary Cooper, en la foto superior), que triunfa gracias al empleo de una sólida personalidad, basada según la escritora, en demostrar que el individualismo, el yo primario y el egoísmo, no son defectos, sino virtudes a las cuales, no se recurre, en la vida real, por desconocimiento de la propia persona o por no saber valorar las posibilidades que cada uno tiene, entre otras más profundas y fuera del objetivo de este comentario.

La he visto varias veces, y siempre, me ha parecido ver en ella al gran arquitecto Frank Lloyd Wright, que revolucionó la arquitectura USA, con sus propuestas innovadoras e integrantes del hombre, como obvio destinatario de las mismas. Hoy sé, que es así, aunque no pudo contarse con sus diseños en la película, al ser por aquella época un arquitecto de gran prestigio, y pedir cantidades enormes por ellos, que los estudios no podían asumir. Así mismo, dejando a un lado la vertiente filosófica de la novela, soslayada sutilmente en la película, la trama de un triángulo amoroso, la afirmación del individualismo personal de los protagonistas (cada uno es único, o con connotaciones que así lo presentan) y el profundo sentido de la amistad que se establece entre los protagonistas principales (el arquitecto y el editor y millonario Gail Wynand, interpretado por un sólido Raymond Massey, foto abajo), exagerada dirán algunos y comprometida con las nobles reglas que la definen, dirán otros.



El gran actor Raymond Massey.



Yo, después de varios análisis de lo que esta propone, me quedo con un término medio: el individualismo, la amistad, el comportamiento general humano, no es necesario ni conveniente llevarlo a sus extremos, sino que la persona debe en cada momento, explorar su paso por la vida, en el más amplio sentido, y saber utilizar los medios para su disfrute, el de los demás y verter todos sus sentidos en la consecución de un mundo mejor en todos los aspectos. 

La interpretación de los actores es buena, los personajes creíbles y la realización sobria, en un blanco y negro, que a veces acompaña a los fines de la trama, y todo ello, bajo la supervisión austera de la autora. Mal recibida en su momento por la crítica, el paso de los años, le ha dado la vitola de film de culto y hoy en día, circulan por la red, innumerables citas a «El manantial».








  • Patricia Neal, (en la fotografía junto a Gary Cooper, en una escena promocional de la película), que con anterioridad mantenía un romance en secreto con el protagonista, se vió obligada a romperlo, sometida por las presiones de la prensa, lo que le supuso una gran crisis emocional. Posteriormente, se caso con un escritor.
    Paradójicamente, una parte de la trama de la película, coincide con este hecho.

© francisco javier costa lópez

martes, 19 de febrero de 2008

Johannes Weiland. Annie & Boo. 2004. Crítica de Cine

Una Bella Historia De Animación 3D.





Annie, llega con el tiempo justo a la estación, pero algo le impide coger el tren y queda ¿sola? en el andén... allí conocerá a Boo, la "personificación" de una coincidencia...

Se trata de un corto de animación 3D, que realmente me ha gustado, con una brillante banda sonora, y unos personajes muy atractivos. No he encontrado en la red, ninguna versión en español, ni ninguna versión que pudiera ofrecer directamente en este blog, con un mínimo de calidad, por lo que he optado por pasar el link, que según he comprobado mejor se ve (paciencia para los que no tengan conexión de alta velocidad). Es versión inglesa con subtítulos en francés, pero se entiende perfectamente la historia, con prestar un poco de atención.


Página oficial de Annie and Boo
Making off de la película




Calificación:

jueves, 7 de febrero de 2008

El mundo de King Kong. Crítica de Cine

El Gorila Que Se Enamoró...


Afiche correspondiente a la película de 1933


El ojo, por medio de la vista, es el órgano más fácil de engañar. Buena muestra de ello, es el cine, imágenes fijas, que tras pasarlas a una determinada velocidad, impresionan la retina.
Pero el ojo humano, no tiene capacidad de «limpiar» la imagen antigua para insertar la nueva, por lo que se produce un solapamiento, que como resultado, produce una imagen en movimiento.
Hago esta breve introducción, con el fin de entender, que el cine de hoy, es más «fácil» de hacer que el cine de antaño, si nos basamos en los grandes adelantos en el campo de la informática aplicada a él.
Gran parte del cine que atrae hoy a las masas, es un cine de truco, donde los efectos especiales, unidos, no nos olvidemos a las grandes posibilidades del marketing actual, hacen que una película, sea un gran éxito, incluso antes de su estreno.
Otra cuestión paralela al cine, es la crítica, y esta sí que ha existido antes, y existe ahora también, donde los críticos no salen muy bien parados, y el cine sale muy mal parado.

Hace pocas fechas, se me ha ocurrido, revisitar al mito de King Kong.

La primera, que data de 1933, es dirigida por Merian C. Cooper, y protagonizada por Fay Wray, que hizo de bella. Hoy se ve placenteramente, y se disfruta con agrado, y con cierto asombro en alguna de sus escenas aunque se aprecie mucho cartón piedra, por su dificultad, dada la época. De todas formas se conserva bien, y es todo un ícono del mundo del celuloide. 

Entre esta, y el remake de Dino de Laurentis, dirigida por John Guillermin, con Jessica Lange 

Jessica Lange, seducida por el gran gorila

en su debut ante las cámaras y Jeff Bridges, existen algunas, incluso una japonesa, enfrentando al bueno de Kong con Godzilla, sólo dignas de ser nombradas y poco más. Retomando la de Guillermin, decir que tuvo un gran éxito de público, aunque no, otra vez, de crítica. Esta cinta, data de 1976, y en estos años todavía era difícil hacer cine de efectos. Este King Kong, obtuvo por ello el Oscar a los efectos especiales, pero no sólo ellos son buenos: las actuaciones de los protagonistas principales, son creíbles y la bella Jessica, desplegó un erotismo bastante agudo, para los inocentes ojos de entonces: hay que ver la escena en la que Kong, con la bella en la mano, la baña en una cascada y después la seca a soplidos...

También los escenarios, la ambientación y una soberbia y justa banda sonora hacen el resto.

Por último tenemos la obra de Peter Jackson  (El señor de los anillos), un remake de 2005, servido a los intereses de los grandes efectos conseguidos por el ordenador. El resultado: una película vistosa, más bien un espectáculo visual, una bella muy atractiva... y poco más. Dónde está el espíritu que se dimanaba del gran primate, o la sensualidad de la que ambos personajes (la bella y la bestia) eran cómplices.
En definitiva, yo me quedo con la más equilibrada (a mi juicio) de las tres, la dirigida por John Guillermin en 1976, dejando a la primitiva, en un lugar honorífico, que por sus méritos merece, y la de Peter Jackson, encuadrarla dentro de lo que es una obra visual, un gran espectáculo, pero carente de las justas dosis de cine de autor.


© francisco javier costa lópez




Calificación:

domingo, 3 de febrero de 2008

Blade Runner. 1982. Crítica de Cine

La Filosofía De Los Sin Alma o Los Androides Quieren Vivir...

Roy Batty sujeta firmemente al agente Deckard para que no caiga al vacío



Considerada hoy en día como una de las mejores películas de Ciencia-Ficción de la historia del cine, está basada en la novela de Philip K. Dick, «Do Androids Dream of Electric Sheep (¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?)», dirigida en 1982, por Ridley Scott, e interpretada en sus papeles principales por Harrison Ford y Rutger Hauer.

Su adaptación, ambientación y desarrollo, sumerge al espectador en un mundo claustrofóbico, más allá de lo visto en aquella época. Presentada casi como un cómic, debe gran parte de su puesta en escena a otro de los grandes films clásicos de la historia del cine, como es, Metrópolis (Fritz Lang. 1922) y al dibujante Moebius

Su estreno fué un sonoro fracaso, lo que nos recuerda, que el tiempo se encarga de dar o quitar razones.

Sublime la mayoría de su metraje, con grandes dosis de acción y unos actores bordando su trabajo, hacen que la película, se muestre inquietante y bella a la vez, y no exenta de grandes momentos, propensos a la reflexión, todo ello aderezado por la brillantísima banda sonora, compuesta por un Vangelis, pletórico.

Abajo, la escena más importante de la película, y quizás una de las más logradas del mundo fílmico, verdadero alarde de estética, planificación, e iluminación, sin olvidar sus cuidados diálogos, que pertenecen sin lugar a dudas a la filosofía del ser humano, como demuestra la siguiente conversación entre Deckard (H. Ford) y Roy Batty (R. Hauer), que se desarrolla, como digo, en el ambiente y momento que capta la fotografía.
Solo por estos breves minutos de extraordinaria ambientación, interpretación, diálogo y música, esta película es ya un clásico de la ciencia-ficción y del cine en general.



Rutger Hauer y Harrison Ford


(Androide) 
  • Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C, brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tanhauser.

    Todos esos momentos, se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.

(Decker. Pasados unos segundos. Voz en off) 
  • No sé porqué me salvó la vida. Quizás en esos momentos amaba más la vida, de lo que la había amado nunca, no sólo su vida, la vida de todos, mi vida.

    Todo lo que el quería eran las mismas respuestas que todos buscamos: ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿cuánto tiempo me queda?.

    Todo lo que yo podía hacer, era sentarme allí y verle morir.

Mencionar también el carismático personaje llamado Gaff, interpretado por Edward James Olmos, recordado por su participación en la serie de TV «Corrupción en Miami», junto al célebre Don Johnson, porque su participación es tan «subliminal», como importante y no por ello, menos interesante al mismo tiempo que realiza una actuación fascinante.


Edward James Olmos

Teniendo en cuenta estas valoraciones, si eres amante de la Ciencia-Ficción, te la recomiendo sin reservas.



Calificación:

miércoles, 16 de enero de 2008

Edward Scissorhands (Eduardo Manostijeras). 1990. Crítica de Cine

La Soledad de los Privilegiados...´










Película menospreciada en su estreno, y que el paso de los años (es de 1990), la van consolidando a puestos de honor cinematográficos, pues pasó sin tan siquiera reconocerse su mérito en la entrega de los Oscars correspondiente. 

Hablar de esta película, supone hacerlo al mismo tiempo, de un triunvirato formado por su director Tim Burtom, su actor preferido Johnny Deep y el músico que se encarga de escribir las bandas sonoras de la mayoría de sus obras, Danny Elfman. Entre los tres, nos han dejado obras como Sleepy Hollow, Pesadilla antes de Navidad o la más reciente Charlie y la fábrica de chocolate.

Se trata de un cuento fantástico, (donde se prodigan los homenajes y referencias a otras obras ya clásicas), sobre una criatura (un hombre, en clara referencia a Frankenstein), al que su creador, última aparición en pantalla del genial Vincent Price (otro homenaje a las viejas cintas de terror «dulce» de antaño, del afamado Roger Corman, casi todas interpretadas por Vincent, y casi todas basadas en el «terrorífico» mundo de Edgar Allan Poe), deja inacabado, con unas enormes tijeras por manos (ya tenemos a la bestia en potencia). 

No puede faltar en esta película, la alusión a las famosas casas fantasmales de una colina siempre no grata de visitar, con niebla permanente y algún ave nocturna que otra, para crear ambiente, amén de decorados interiores, con los elementos base como telarañas, polvo, luces altas y contrastadas y grandes escaleras, que conducen a una planta superior un tanto sospechosa.

Al personaje freaky de Edward, magistralmente interpretado por un Deep pletórico, lo secunda con solvencia Winona Ryder, en la que quizás sea su aparición más natural, emotiva y donde se muestra con el máximo esplendor de su belleza. La trama, no entraré en detalles, por si Ud. no la ha visto (aprovecho para recomendársela), llevará a nuestro protagonista desde la popularidad a la más cruda persecución, es decir, de considerarlo un dios, a ser tenido por una bestia. 
Entre tanto el bueno (en toda la extensión de la palabra) de Eduardo, ve desfilar ante él, un cúmulo de señoras y jovencitas, por las que en algún momento se siente atraído (la bella y la bestia). Y es cierto que esta sociedad, no está de ninguna manera preparada para soportar, más allá de lo simplemente gracioso, útil, o beneficioso, a quién con su esfuerzo por bandera, demuestre tener alguna habilidad (por no nombrar al arte). 
Hoy prima más una Betty (si es guapa mejor), un gran hermano (aunque este lejos), y los cientos de programas televisivos, que abundan en el morbo y el sinsentido. Por ello, ver esta película, implicarse al máximo con todos los Manostijeras del Mundo y con nuestro Eduardo en particular, en medio de una partitura realizada con sublime maestría, es cuando menos, un ejercicio gratificante para los sentidos y balsámico para el alma.


Fotograma de la película
© francisco javier costa lópez




Calificación:

jueves, 8 de febrero de 2007

Hombres de honor. 2000. Crítica de Cine

El Esfuerzo No Tiene Color





Y como ha salido a colación el tema de Palomares, recomendaros la película «Hombres de honor», basada en la vida de Carl Brasehar, primer buzo negro de la Marina de EEUU, que encontró una de las famosas bombas, con ayuda del también famoso Paco el de la Bomba, y que en ese episodio, le costó una de sus piernas, lo que también le valió para ser el primer buzo de la historia en activo, que realizó inmersiones con una prótesis, todo un alarde de esfuerzo y dedicación a una causa. 
Gran interpretación de Cuba Gooding Jr. en el papel de Carl, y de Robert de Niro, en un papel ficiticio (su personaje no existió en la realidad).


Esta película fue estrenada en el año 2000, dirigida por George Tillman Jr.


© francisco javier costa López


Los dos protagonistas, en una escena del film.






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