El Gorila Que Se Enamoró...
Afiche correspondiente a la película de 1933 |
El ojo, por medio de la vista, es el órgano más fácil de engañar. Buena muestra de ello, es el cine, imágenes fijas, que tras pasarlas a una determinada velocidad, impresionan la retina.
Pero el ojo humano, no tiene capacidad de «limpiar» la imagen antigua para insertar la nueva, por lo que se produce un solapamiento, que como resultado, produce una imagen en movimiento.
Hago esta breve introducción, con el fin de entender, que el cine de hoy, es más «fácil» de hacer que el cine de antaño, si nos basamos en los grandes adelantos en el campo de la informática aplicada a él.
Gran parte del cine que atrae hoy a las masas, es un cine de truco, donde los efectos especiales, unidos, no nos olvidemos a las grandes posibilidades del marketing actual, hacen que una película, sea un gran éxito, incluso antes de su estreno.
Otra cuestión paralela al cine, es la crítica, y esta sí que ha existido antes, y existe ahora también, donde los críticos no salen muy bien parados, y el cine sale muy mal parado.
Hace pocas fechas, se me ha ocurrido, revisitar al mito de King Kong.
La primera, que data de 1933, es dirigida por Merian C. Cooper, y protagonizada por Fay Wray, que hizo de bella. Hoy se ve placenteramente, y se disfruta con agrado, y con cierto asombro en alguna de sus escenas aunque se aprecie mucho cartón piedra, por su dificultad, dada la época. De todas formas se conserva bien, y es todo un ícono del mundo del celuloide.
Jessica Lange, seducida por el gran gorila |
en su debut ante las cámaras y Jeff Bridges, existen algunas, incluso una japonesa, enfrentando al bueno de Kong con Godzilla, sólo dignas de ser nombradas y poco más. Retomando la de Guillermin, decir que tuvo un gran éxito de público, aunque no, otra vez, de crítica. Esta cinta, data de 1976, y en estos años todavía era difícil hacer cine de efectos. Este King Kong, obtuvo por ello el Oscar a los efectos especiales, pero no sólo ellos son buenos: las actuaciones de los protagonistas principales, son creíbles y la bella Jessica, desplegó un erotismo bastante agudo, para los inocentes ojos de entonces: hay que ver la escena en la que Kong, con la bella en la mano, la baña en una cascada y después la seca a soplidos...
También los escenarios, la ambientación y una soberbia y justa banda sonora hacen el resto.
Por último tenemos la obra de Peter Jackson (El señor de los anillos), un remake de 2005, servido a los intereses de los grandes efectos conseguidos por el ordenador. El resultado: una película vistosa, más bien un espectáculo visual, una bella muy atractiva... y poco más. Dónde está el espíritu que se dimanaba del gran primate, o la sensualidad de la que ambos personajes (la bella y la bestia) eran cómplices.
En definitiva, yo me quedo con la más equilibrada (a mi juicio) de las tres, la dirigida por John Guillermin en 1976, dejando a la primitiva, en un lugar honorífico, que por sus méritos merece, y la de Peter Jackson, encuadrarla dentro de lo que es una obra visual, un gran espectáculo, pero carente de las justas dosis de cine de autor.
© francisco javier costa lópez
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