He releído como homenaje al gran
poeta José Antonio Muñoz Rojas, fallecido a falta de días para ser centenario, su libro "La
voz que me llama", que por
cierto, me regaló un buen amigo, y si ya me produjo un sereno y dulce sentir,
ahora puedo decir que su encanto es por lo menos para mí, insuperable. Su difícil
sencillez, su amable enseñanza y su generoso vertido sentimental, hacen de este
pequeño (por su tamaño) libro de poemas, una joya de la literatura española
contemporánea. Lo recomiendo a todo aquel que busque la paz y aprecie la
cercanía del ser humano en las letras. Como muestra, les dejo la cita que
aparece en este libro, obviamente antes de comenzar el poemario:
"Amarrado a qué estoy sino a mí mismo.
A veces, dulce amarra, me sostiene
el beso o la caricia y es mi vida
aunque se llame amarra y lo parezca."
Desde los tiempos del cine negro, de los Bogart, E.G. Robinson, Cagney y Welles, entre otros, a la más moderna Chinatown, esta película, encaja entre ellas, por un guión al puro estilo del cine negro, envuelta en abalorios modernos, pero sublimemente estudiados, para componer una historia deslumbrante en todos sus cuidados aspectos. Veamos algunos de ellos:
A) El empleo del cigarrillo (puro, en el caso de Penn), casi como un ritual, que en varias escenas, donde la tensión aumenta, es como un bálsamo, y que hasta Griffith, utiliza al despertar, después de saberse engañada por su marido; creo que es de las películas donde más se fuma, con el beneplácito del público.
B) El vestuario es impecable; si pudiéramos consultar los antiguos figurines de la abuela, nos sería fácil encontrar este tipo de vestir en aquella época (los 50); El remate del sombrero, que da título a la película, es el elemento que mitifica a los intérpretes, y que se presta a unirlos (diferentes escenas, así lo corroboran), es decir, los protagonistas, no serían los mismos sin sombrero.
C) El coche, es otro de los logros del “casting”, y se convierte en el quinto miembro de la brigada con total solvencia y protagonismo.
D) La historia, con extraños vericuetos y roma en su planteamiento, al igual que las magistrales “La senda tenebrosa”, “Tener y no tener”, “El tercer hombre” o “La dama de Shanghai”, que suelen no dejar claros, elementos, objetivos y sobre todo el desenlace, que en cualquier película del género, supone una reflexiva interrogante.
E) El elemento sexual, encarnado en la bellísima Connelly, que siempre tiene gran importancia en la trama; comentar que la Connelly, a la que admiro como actriz y me deslumbró con su sensualidad y belleza, luce aún más bella, en “Labios ardientes”, también encasillada dentro del cine negro.
Como final, mi desacuerdo con otras valoraciones, que se atreven con una visualización, a elevar comentarios, que lo que hacen, es, desanimar al presunto espectador, y provocar las risas de unos y las iras de otros. Si el cine, es tenido como un valor artístico, se ha de comprender la decisión de su autor a llevarlo en la forma que estime conveniente; otra cuestión es, que guste o no. Por ello, he leído de esta película, que se trata de una película fallida, con argumento decadente, donde se mezclan distintas tramas, y que se vuelca en exceso en el personaje central. Muchas de las más aclamadas películas del cine negro, se valen de estos planteamientos para resolver un cine, que apabulló por su solvencia y recreación artística. Valga como ejemplo, a bote pronto, la magnífica “La mujer del cuadro”.
Pasó inadvertido
ante mis siempre expectantes ojos.
Y se alejó sin remisión.
El pasado, presente se hizo,
el olvido, recuerdo,
y todo,
todo,
acuchillaba mi parquedad,
mi falta de sutileza
para comprender,
lo que los sueños me piden,
que haga realidad.
Pero ese tren
de infinita vía,
solo tiene una estación.
Si mi corazón no la halla,
los ojos no la verán.