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miércoles, 30 de mayo de 2018

Antes de Morir. Mis Mejores Poemas Para Ti. Poema 41

Termina tu Obra...



Cortesía de Pixabay.com - Foto: _Alicja_




Antes de Morir




Antes de morir quiero cantar,
a quién cantó en la escalinata de mis días, y,
a quién calló en el pozo de mis noches.
Por ellos he consumido mis brasas
y al cielo he dado mis humos,
pero no he volado por sus nácares;
he gemido mis llantos
y en cuencos de porcelana
he vertido mi mañana.

Alianza de la inacabada vida
que me sisa el sufrir de nada,
golpea el tendón de mi elocuencia
y amortaja mi razón,
bajo un techo sin fronteras.

Quito a mi vida su mástil
y un trapo sucio, ajado, queda.

Quiere Él que me vaya,
quitando la mentira que soslaya
la certidumbre de mi existir:
nací en una encrucijada.


© francisco javier costa lópez

martes, 15 de mayo de 2018

Frantz (Frantz). 2016. Crítica de cine

Del Dolor al Perdón, Llegaremos a la Esperanza...


Está usted, una fría mañana, fría, porque despierta los sentidos, sentando a la orilla de una playa. No hay viento, las olas se suceden lentamente y esa cadencia produce una rítmica melodía, que lo envuelve y lo relaja, lo emociona y lo hace desear, que ese momento, dure La eternidad y un día (título de una impresionante película de Theodoros Angelopoulos). Es la hora del alba y, todo lo que tiene que hacer, es disponer su alma, para captar uno de los más vibrantes, emotivos y bellos espectáculos de la naturaleza, donde podrá apreciar dentro de una inequívoca paz, una explosión de luz, color y sentimientos, difícil de mostrar en otros momentos.
Y todo esto, es irrepetible y, aunque artistas de todas las disciplinas, de todos los movimientos y de todas las épocas, han tratado de emularlo, se han encontrado con la dificultad de su plasmación en arte. Y aun así, quién se subrogaría El éxtasis de Santa Teresa, si no fuera Bernini, David si no Miguel Ángel, La rendición de Breda si no fuera Velázquez, El Quijote si no Cervantes, El lago de los cisnes si no Tchaikovsky, o el western épico de John Ford. Gracias a tantos y tantos genios, que nos hacen a través de su legado, conocer la belleza y el deseo humano de expresarla y, no solo la reconocible, sino la imperecedera belleza de lo inmaterial, de la llama inmortal que todo humano lleva dentro.
François Ozon y su film Frantz, ofrecen todo cuanto expreso aquí y algo más.
Porque cada uno de ustedes, referirá a su yo interior, una historia diferente; igual en sus conceptos básicos, pero cada matiz, influirá en cada uno de nosotros, de distinta forma, afectando a distintas fibras, al igual que hace, por ejemplo, el sol: a todos nos llega, a todos nos calienta, a todos nos ilumina, pero con distintos rayos.

                          
Atrayentes y expresivos ojos, los de esta prometedora actriz: Paula Beer.

Frantz, es desde el majestuoso cartel promocional, al que me quedo enganchado cada vez que lo veo, por culpa de la atrayente y comunicativa mirada de la protagonista y la condición reflexiva del actor que la acompaña, que por cierto, tiene un parecido espectacular con el genio Dalí en su juventud, como decía, es esa historia que se colará dentro de tu corazón, sin que te des cuenta y, te abrumará a la vez que te elevará al éxtasis; te sobrecogerá para liberarte después y, te volverá a emocionar más allá de tus propios recursos.

Pierre Niney, logra una actuación magistral.
La pulcra fotografía en blanco y negro, es, como en pocas películas actuales, necesaria y las breves transiciones al color, llenas de melancolía y precisas para enfatizar determinados momentos.
La ambientación (Alemania 1919), es exquisita y se nota sobre todo en el vestuario de la protagonista.


Paula Beer y sus enigmáticos ojos, nos conquistan en cada plano donde se hace presente

Los actores están… no tengo adjetivos exactos y suficientes para describirlos: desde el primero al último, geniales; pero si tengo que hablar de Paula Beer y Pierre Niney, ahí ya sí que me quedo rotundamente sin palabras: una de las mejores actuaciones que he visto jamás, llenas de recursos y naturalidad, que harán de usted, un partícipe más de la historia que presencia.
En cuanto a la historia en sí, es una muestra de sacrificio humano, de culpa y arrepentimiento, de la solicitud de perdón y de la concesión de él en condiciones extremas, de la oferta de felicidad a otros dentro del propio dolor y, es también, un viaje sentimental a la experiencia de la esperanza.
En muchos momentos, no he podido reprimir ni la emoción ni el llanto. Pero no es una película lacrimógena, se los aseguro, al igual que también les aseguro, que es una película que va directa a la fibra sensible y al sentido más puro del ser, a ese sentido endógeno que llamamos humanidad y, a esa fuerza irracionalmente racional que conforma al ser humano.



© francisco javier costa lópez





Calificación:

sábado, 12 de mayo de 2018

François Ozon. Frantz. 2016. Afiches

El Dolor y su Perdón...


Uno de los afiches más logrados de la historia del cine, que ya hace presagiar
la calidad indiscutible de su contenido.
La escena es un alarde de belleza y serenidad, con los bellos ojos de la protagonista
que te atrapan, te hablan, transmitiendo un mundo de sensaciones,
que no son muy distintas a las nuestras.
Por cierto ¿a quién les recuerda al personaje masculino?




Calificación:

miércoles, 2 de mayo de 2018

Ramón Gaya. Murciano Ilustre

Pintor de lo sutil, Poeta de lo singular... 



Ramón Gaya
(Foto de Juan Ballester, extraída de Wikimedia Commons. Licencia CC)

Ramón Gaya, nace en Murcia el 10 de octubre de 1910, de padres catalanes. Se inició en la pintura a temprana edad, de la mano de los pintores Pedro Flores y Luis Garay En la pequeña biblioteca familiar toma contacto con León Tolstoi, Friedrich Nietzsche y Benito Pérez Galdós
En 1927, obtiene una beca del Ayuntamiento de Murcia, que le permite viajar a Madrid, donde entabla amistad con Juan Ramón Jiménez y conoce a la mayoría de componentes de la Generación del 27
En 1928, acompaña a Pedro Flores y Luis Garay a París, donde participa en una exposición en la galería Aux Quatre Camins, que resulta ser un éxito, pero su estilo clásico le hace decepcionarse ante la oferta de las vanguardias. Regresa a Murcia, donde en agosto de ese mismo año, fallece su madre, para poco después marchar a Altea, donde residirá varios meses. A partir de 1932 y hasta el comienzo de la Guerra Civil, colabora con el proyecto de Misiones Pedagógicas. En junio de 1936 se casa en Madrid con Fe Sanz, con la que tiene su única hija, nacida en Valencia en 1937. Durante la guerra, forma parte de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Es miembro fundador de la revista Hora de España, por donde pasaron grandes artistas como Manuel Altolaguirre, Maria Zambrano, Rafael Alberti, Antonio Machado...   
Los finales de la guerra, coinciden con la muerte de su esposa en el bombardeo de Figueras, al que sobrevive su hija y la muerte de su padre en Barcelona.
En junio de 1939 y en compañía del grupo Hora de España, embarca rumbo a Méjico, donde permanecerá exiliado hasta 1952, año en el que vuelve a Europa, viajando por París, Venecia, Florencia y Roma, donde visita a María Zambrano, volviendo de nuevo a Méjico, hasta su regreso a España en marzo de 1960.
Durante los años siguientes, viaja por diversas ciudades, Barcelona, Madrid, Murcia y Valencia, donde en 1966 conocerá a la que sería su segunda esposa: Isabel Verdejo. Sus constantes viajes por el territorio nacional, producen un resurgimiento de su figura, por medio de varias exposiciones, el reconocimiento de su tierra y la publicación de la segunda edición de su libro Velázquez, pájaro solitario (de la que se han alcanzado 4 ediciones), al mismo tiempo que su pintura adquiere los rasgos de luz y enfoque que la caracterizaron en sus últimos años.
En 1985 el Ministerio de Cultura le concede la Medalla de Oro al Mérito en la Bellas Artes. En el año 1989 se lleva a cabo una Exposición Antológica de su obra en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid y en la Iglesia de San Esteban de Murcia. En 1990 se inaugura en Murcia el Museo Ramón Gaya, que alberga más de 500 obras, donadas por el artista a la ciudad de Murcia. En 1997 se le concede el Premio Nacional de las Artes Plásticas. La Universidad de Murcia le concede en 1999 el título de Doctor Honoris Causa. En Valencia, el año 2000, el IVAM ofrece una gran exposición sobre su obra. El Ministerio de Cultura le premia en 2002 con el Premio Velázquez a las Artes Plásticas, en su primera edición. El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, bajo la dirección de Juan Manuel Bonet, acoge en 2003 una exposición sobre su carrera artística. Muere en Valencia el 15 de octubre de 2005.
Ramón Gaya fue un pintor de pincelada suave, ligera, emotiva, pero definida en el trazo, descubridora de imágenes llenas de un encanto sobrenatural, de una perspectiva imposible pero natural y, todo ello le ocupó su vida entera, encontrando momentos de inspiración para cultivar la poesía, extensión de la palabra de su pincel, síntesis de humanidad, de profunda visión del suceso artístico. Amó a Velázquez y él, fue en todo momento, fuente de inspiración, para disfrute de todos cuantos amamos el arte, de todos cuantos hablamos a diario con nuestra alma inmortal.



No es consuelo, silencio, no es olvido
lo que busco en tus manos como plumas;
lo que quiero de ti no son las brumas,
sino las certidumbres: lo perdido


con toda su verdad, lo que escondido
hoy descansa en tu seno, las espumas
de mi propio sufrir, y hasta las sumas
de las vidas y muertes que he vivido.


No es tampoco el recuerdo lo que espero
de tus manos delgadas, sino el clima
donde pueda moverme entre mis penas.


No esperar, mas tampoco el desespero.
Hacer, sí, de mí mismo aquella sima
en que pueda habitar como sin venas.

                  
                       Ramón Gaya




Artículo aparecido a los pocos días de su muerte,
en el diario La Verdad de Murcia


© francisco javier costa lópez